jueves, 19 de febrero de 2009

Uno y uno. Y dos.

1. Emocionannte víspera de vigésimo noveno cummpleaños

Once treinta y ocho de la noche.
En veinte minutos comenzaré a vivir
el día en que comenzaré a vivir mi trigésimo año de vida.
Trigésimo año de vida... me emociona.
Llevo en esta vida, bajo este nombre, veintinueve años redondos
(hubiera dicho exactos, pero tampoco)
Y me emociono. Hasta hace una hora sentía poco más que nada
respecto de este cumpleaños
Llego a casa, de otro cumpleaños, porque sí: los cumpleaños se suceden; de hecho hasta se superponen. Y se superponen mucho.
Y me pongo sin querer a pensar en la jornada de mañana.
Y me empiezo a emocionar. ¿Y si trato de hacer un día ideal?
Para experimento alentador, no está nada mal.
Pero como es un día muy raro, quiero decir, no es un día normal, o tranquilo,
pienso que lo de ideal pueda ser toda una invitación a la frustración.
Y no da para estarte frustrando el día de tu cumpleaños.
Entonces se mezclan los pensamientos y paso
de las intensiones para mañana
a las intensiones para la vida,
y es ahí donde me emociono más.

Y sé que quiero algo. Hay algo en este mundo, en esta vida, que quiero hacer apasionadamente. Sin límites, sin medias tintas, sin paso a paso; descontroladamente.
Locamente. Exagerada, excesiva, encendida, profunda y constantemente

quiero amarme mucho

2. (maitri)
Quiero amarme sin razón, sin causa, sin forma, sin pausa, sin medida y sin control.
Quiero amarme ciega, sorda, zurdamente. Ser para mí la más bella, la más hermosa persona del planeta. La mujer más luminosa, más valiosa, más completa.
Verme acaso en el espejo y suspirar, arrebatada por el gozo de chocar en un destello
con mis ojos, con mi piel, con mis labios, mi espalda, los dedos de mis pies.
Despertar cada mañana y sentir esa plenitud que es despertarse junto al ser amado. Así, pero más: despertarme en el ser amado. Ese ser que me completa, embellece mis días, me quita hasta el apetito por colmarme tanto de amor. Esa persona que siempre escucha en calma, con el corazón abierto mis desandes, y tiene siempre paciencia y paz, para ayudarme a resolverlo.
Ese ser al que querés hacer feliz, observando con amor cada uno de sus días, para estar ahí siempre; para que lo que puedas, sea, si lo hace feliz.
Ese rostro que con sólo ver al despertar nos inspira un desperezo de buen humor. Ese al que tapás de noche, sólo por sentir el placer de tocar la piel amada. Por sentir el bien en cada acto, y que el motor de tus actos es amor del mejor.
Ser esa persona, yo, en mí, cada mañana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

esta espectacular lo que escribiste, me encanto y ojala puedas llegar a amarte de esa manera es muy importante para el desarrolo personal. Besos Caro