Esta chantada de la muerte
no nos distancia de vos
ni el espesor de un pelo
; nos desarma de tu piel, sí
de tus uñas borravino
o nácar
; nos aparta del órgano
blanco de tu voz veraz
quebrada y honda
Tu voz delgada,
como el gemido de un buey
que se ha vuelto círculo.