viernes, 29 de julio de 2011

Yo sueño

Yo sueño estudiar el yo y olvidar el yo.
Sueño olvidar el yo para que el servicio a los demás sea la genuina razón del goce
de andarle vivo a cada día.
Yo sueño amar el yo hasta olvidarse de sí mismo.
Sueñó que cada ser sea amado con paciencia, ternura y enseñanza, hasta unirse con todo lo demás;
hasta derribar las falsas barreras entre esto y aquello; hasta el convencimiento por autoconocimiento de la una y única identidad de todas las cosas.

Yo sueño que el padecimiento deje de ser el único timón que aceptamos.
Yo sueño que las contradicciones entre el querer y el ser desaparezcan por reconciliación.
Yo sueño que la testarudez y temeridad del pobre ego dejen lugar a ver y escuchar, nítida, la verdad, la dicha de cada momento, en cada lugar.

Yo sueño practicar todo esto aquí y ahora, en la rotunda carnalidad cotidiana; en las profesiones, en el supermercado,
en el anonimato aparente de la calle, en las conversaciones casuales y en las necesarias, en el pinchazo de la ira, en el vendaval de la risa, en la indiferencia con lo desapercibido, en la ilusión repentina de la felicidad, en los almuerzos y en las sobremesas, en los parentezcos, en la amistad y en la sexualidad.

miércoles, 27 de julio de 2011

Aquí (instrucciones para estar allá)

Aquí las malas películas mentales
son más densas que el barro, mucho más
fuertes en su espesor que un mal pensamiento,
que un miedo raso, que una simple mala idea
Aquí esas cosas suceden
y ya no es una sensación: habrá que disipar,
por ejemplo, el avance brutal de la carne.
El peso de los dolores tan viejos como el tiempo.
El peso de los dolores que tanto hincan
que parecieran llamados.
Yo no puedo darle forma a esos (otros) llamados,
porque no quiero contradecir al malhechor;
porque soy cobarde y
no hay más cosa del terror para los cobardes
que la represalia de los contrarios...

Y sin embargo,
me pongo despacio, en un gesto delicado
como de tiempos de paz,
los lentes de ver la belleza (los de la compasión),
y ahí está, el reflejo redondeado y longilíneo
de la libertad, ¡ahí están otra vez los libros
de los amores! junto a las calles del sol,
como un lunar en la piel verde crujiente
del campo silente, generoso,
maderero
enorme
vacuno,
alar.

temor;

temor y amor por la ruina
Soy la esclava triste, la paisana libre: Siento
el dolor de los escudos

Voy, con la elegancia del fuego, atravesando
caminos y tiempo
Voy, con la textura de la luz
y el peso de la sombra,
hacia el doloroso lugar de donde vengo
: Acaso
los nombres encuentren las mayúsculas perdidas,
acaso el ritmo la melodía
Nosotros, el párrafo crucial con que nos ama un texto.

domingo, 10 de julio de 2011

¿La soledad?

Renuncio a tus señales espurias;
me quedo con vivir
a cargo de siete mares
de llanto.

Una canilla que gotea

puede inundar el mundo
Esta tristeza irreal que me cabalga la sangre
presta los oídos a mil contingencias
me pone en retaguardia
me aprieta
me asfixia de desaire estomacal
me apenumbra en las veredas y en los comedores

y es irreal