martes, 30 de noviembre de 2010

La duda la luz, la muerte y los abrazos (I, II y III)

I
¡Ojos ojos ojos!

maldito hambre-insaciabilidad de ojos,
maldito y bendito
amor que no llegas
(dos instantes en un mismo instante:
ese instante siempre a punto de ser,
y el instante en que se apaga - la espontaneidad).
Mi estómago es un imán andrajoso (escribo, es decir: vivo, por su búsqueda
tensa – la cuerda tensa entre búsqueda y encuentro,
Y me quejo: de su desorden… o no me quejo
me quejo de la duda.
la duda doméstica ¿esta casa, o ésta?
la duda otra, como si hubiera (¿hay?: duda)
el desencuentro entre la dicha (la sosa santidad silente sonriente)
y la adicción (a la caída, a las fogosas sombras
truculentas y crueles que transportan (¿hacia abajo siempre?)
el paquete de huesos que soy).

Ya se van
los ojos que no me miran.

II
No dudo ni dejo de dudar

Recojo las cosas esparcidas de los momentos
y voy trenzando y tejiendo:
Resumo hacia arriba
(no retengo dolor que me retenga)
Resumo y trenzo, tenso el camino hacia la luz.
La sombra es ahora seductora
porque contrasta todavía
con los rayos como tajos
de la luz indeleble.
No se puede negarles la mirada pero

Quién construye
la vida de cada uno
Quién hace a la vida saber a tanto dolor
Nombre científico: vacío existencialis, pero yo no sé,
a mi me sabe a puchero malogrado muy doméstico,
A un morirse lo más lento posible ¿Acaso hay algo más
cínico
que la lentitud de lo indefectible?
No hay más que razones para morir,
todo causas mortales a cuentagotas.

III
Dame un abrazo

y crecerá la hiedra debajo de mis pies
en el abismo de este precipicio
Dame un abrazo y aunque fuesen
falsas sus hojas y estén vacías
sentiré que camino otra vez sobre lo verde
Dame un abrazo
y el ardor tirano y carnal
con que me llama la muerte
se aliviará unos instantes
y aunque fueran tan breves los instantes
conoceré
la no caída que habitaba entre tus brazos

Dame un abrazo y el peso muerto de mi cuerpo
cesará de llamarme hacia abajo y hacia el fuego
Dame un abrazo con torso de hombre, y piel, y manos
las manos húmedas del que aún no ha tocado
temblando
en el roce primero de la espalda ajena
Dame te pido un abrazo y dejaré de andar
como hecha de burbujas que no alcanzan a tocarse
y me volveré de hiedra y raíces
y haré yo misma
en mi fecundidad imposible
la tierra que precisas.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Humildad, quietud, coraje…

todos los miedos (el único miedo) se avecinan,
y es maravilloso
: Este planeta andando y nosotros andando
como los locos,
: la muerte y su gran ropaje de reina, de naufragio
y de olvido,
: las cosas que no se ven, ni se oyen, ni se tocan
ni se olvidan
; esas cosas se avecinan
se acercan al quieto, al humilde,
al aprendiz de guerrero valiente,

Y es maravilloso.

Los maestros de lo sagrado lumínicos se acercan,
groseros e indiferentes, en la sublimación del amor
libidinal y divino, se acercan
a hablarnos callados al oído (A veces les sentimos el aliento
¡y son tan humanos! y están tan prendidos
de un fuego pacífico…)
de las cosas que no hemos visto
, se acercan a hablarnos,
pero queremos,
en el caos ferviente del huevo que se rompe, verlas
por cualquier medio
(por todos los medios
el único medio

de la meditación)
Y es maravilloso.