viernes, 29 de julio de 2011

Yo sueño

Yo sueño estudiar el yo y olvidar el yo.
Sueño olvidar el yo para que el servicio a los demás sea la genuina razón del goce
de andarle vivo a cada día.
Yo sueño amar el yo hasta olvidarse de sí mismo.
Sueñó que cada ser sea amado con paciencia, ternura y enseñanza, hasta unirse con todo lo demás;
hasta derribar las falsas barreras entre esto y aquello; hasta el convencimiento por autoconocimiento de la una y única identidad de todas las cosas.

Yo sueño que el padecimiento deje de ser el único timón que aceptamos.
Yo sueño que las contradicciones entre el querer y el ser desaparezcan por reconciliación.
Yo sueño que la testarudez y temeridad del pobre ego dejen lugar a ver y escuchar, nítida, la verdad, la dicha de cada momento, en cada lugar.

Yo sueño practicar todo esto aquí y ahora, en la rotunda carnalidad cotidiana; en las profesiones, en el supermercado,
en el anonimato aparente de la calle, en las conversaciones casuales y en las necesarias, en el pinchazo de la ira, en el vendaval de la risa, en la indiferencia con lo desapercibido, en la ilusión repentina de la felicidad, en los almuerzos y en las sobremesas, en los parentezcos, en la amistad y en la sexualidad.