acostumbraba construir ciudades de arcilla
incendios y catástrofes
encendiendo cerillas que parodiaban el fuego,
acomodando al talle del espejo la epopeya del amor
en vano tocara tu sien
te besara lo rojo
olvidarías con la dureza de un diamante
que corta la piedra
silenciarías mi destrucción de arcilla ornamental
con implacabilidad de convencido
con la verdad astillándote las pupilas, mirabas
la boca te mordía los labios estremecida por el miedo
que da la luz a los sonámbulos
con brutalidad de aprendido
el castillo tapera que hiciste de arena
te aplasta, cómplice estéril
de mi juego inútil
de libertad
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